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ALGORITMOS: EL MINIBASKET QUE NADIE VIO VENIR

   Hace unos días leí un artículo sobre la estupidez artificial en el que se hablaba sobre los algoritmos que gobiernan nuestra vida en esta era digital que nos rodea, y de cómo su comportamiento afecta a nuestro día a día debido a los errores de bulto que cometen.
  Leí con cierta inquietud que los algoritmos confunden, entre otras cuestiones, una tortuga con un rifle, una persona de color negro con un gorila y que no son capaces de distinguir, con lo que eso supondría para los coches autónomos, una señal de stop si esta tiene una pequeña pegatina en medio.

  Por ejemplo, cuando compramos un artículo por Internet los algoritmos siguen mostrándonos machaconamente publicidad del mismo producto hasta varias semanas después porque, sencillamente, no saben que ya lo hemos adquirido debido a que esta operación de compra es privada y por tanto los algoritmos la desconocen. Es ahí donde demuestran su estupidez.


  Hay quien define los algoritmos como unos mecanismos ciegos y sin voluntad. Podemos encontrar muchos tipos de algoritmos: probabilísticos, cotidianos, deterministas, etc. , pero hay unos que me llaman poderosamente la atención, son los algoritmos avaros u oportunistas y tienen como característica principal hacer la elección que parece la mejor en el momento, aunque esta elección no conduzca a una solución óptima.

  Todo ello me hizo reflexionar y pensar en el baloncesto formativo, especialmente en Pre-Mini y Mini, donde se puede ver a algunos entrenadores de las categorías más pequeñas actuar cual algoritmo oportunista y escogen para sus equipos la solución más fácil, esto es, lo táctico, aunque esta no sea la más ideal.

  No tienen voluntad de dañar creo, pero su mecanismo ciego les hace seguir vendiendo su producto: GANAR, sin ponderar otras posibles opciones. Suelen ser sobre todo entrenadores con cierta inexperiencia, nada grave, padecen de entrenadoritis, un sarampión que todos hemos pasado y que suele curarse con el tiempo. El problema, entiendo yo, viene cuando ves a entrenadores con un largo recorrido en los banquillos a los que también les fallan sus guarismos y, en su ablepsia, cosas de los mecanismos ciegos de los algoritmos avaros u oportunistas, confunden formar con competir, competir con ganar y ganar con hacerlo bien. Estos entrenadores más veteranos se han hecho inmunes al sarampión y ya no tienen cura, nada se puede hacer por ellos, su entrenadoritis es crónica, amén de haber sido abducidos por los algoritmos oportunistas y al final, estos, han acabado por tomar conciencia de si mismos cual SKYNET en Terminator.

  Creo que el concepto de competitividad en equipos de formación lo plantean muchos entrenadores y padres de manera errónea ya que lo centran todo en el resultado del marcador como objetivo ÚNICO cuando durante un partido podemos plantear otros muchos objetivos. Que los jugadores se atrevan con gestos técnicos nuevos es competir. Aprender a jugar en equipo mediante pases y ocupación de espacios es competir. Superar los miedos al error es competir. Resaltar los valores de esfuerzo, compromiso y deportividad es competir.
  Durante un partido podemos plantear muchos objetivos técnicos y eso significará competir porque el trabajo del entrenador de formación debería tener una visión prospectiva y no inmediata. Una vez más hemos de decirlo: No trabajamos para hoy sino para mañana.

  Sé que hablar de competir es un tema que genera controversia, ni los mismos psicólogos se llegan a poner de acuerdo en qué edad es la correcta para empezar a hacerlo. Parece ser que competir es algo inherente al ser humano y que eso mismo nos hace avanzar, de hecho a los niños les encanta competir, aunque no a todos, pero deberíamos dejarles muy claro que no siempre toca ganar, que lo importante es esforzarse para mejorar, que no todos pueden ser el primero, no todos pueden vencer y deben aprender a aceptarlo y a no frustrarse por ello, y nosotros deberíamos tener más claro aun que no podemos quitarle el componente lúdico al juego del baloncesto en edades tempranas por una competitividad mal entendida, una competitividad que en muchos casos es más nuestra, de entrenadores y padres, que de los niños.

  Muchos entrenadores y padres hablan de que en el Minibasket como en la vida hay que saber competir, y no les falta razón, pero quieren competir con niños y niñas a los que se han desprovisto de toda responsabilidad cotidiana, a los que se ha despojado de sus obligaciones en casa y después pretenden que sepan competir en los partidos. Niños y niñas a los que se les da todo menos alas, o en su defecto si las tienen son alas forradas de oro, de caprichos que les impiden volar.

  Esos entrenadores y padres quieren que compitan niños y niñas que no se hacen la cama, que no recogen sus platos después de comer. Quieren competir con niños y niñas de 9-12 años a los que esos mismos padres les portan la mochila del colegio, les tienen que atar los cordones de las zapatillas o que cuando se les olvidan las tareas se tienen que preocupar de ello preguntando a través del grupo de WhatsApp. Quieren que sean competitivos unos niños a los que siempre se les ha dejado ganar en los juegos de casa para que no se frustraran o que son capaces de hacerse trampas en los videojuegos. En fin, quieren hacer competir en los partidos a niños y niñas a los cuales se les olvida con demasiada frecuencia el chaquetón en el colegio y, paradójicamente, los libros en casa y a los que no les preocupa lo más mínimo porque mamá o papá le resolverán el problema.

  Hasta muchos entrenadores de equipos de base al acabar el entrenamiento recogen ellos mismos los balones, los conos y demás utensilios usados, en lugar de que lo hagan los jugadores como un deber y algo cotidiano y natural.

  El baloncesto no puede estar separado de la educación. Si queremos jugadores competitivos necesitamos formar niños responsables en el día a día. Si la actitud de los niños en su quehacer diario es de responsabilidad, inevitablemente lo será en el baloncesto ya que serán niños más comprometidos y constantes y ampliarán sus criterios para tomar decisiones.

  Toda esa competitividad mal entendida lleva a muchos entrenadores de equipos de base a forzar la máquina, a plantear un juego muy táctico donde no importa la mejora técnica sino ganar como si no hubiera mañana. Esos deseos de ganar los lleva a protestar todo a los árbitros, arrastrando con sus protestas a los padres y a los propios niños y niñas..
  Debe ser que están sometidos a una presión muy alta por unas extrañas fuerzas que los lleva a querer ganar, también a los padres, por encima de cualquier cosa y es entonces cuando el Minibasket deja de ser un divertimento para ser algo muy muy serio y es a la sazón cuando los niños sienten también esa presión y se frustran al no estar preparados para asimilar el fallo como algo inseparable del aprendizaje y podemos ver a muchos mirar a su entrenador y/o sus padres con cara de preocupación tras una pifia.

  Dentro de pocas fechas volverá a orbitar sobre San Fernando (Cádiz) el PlanetaMini, se volverá a disputar el campeonato de España de selecciones autonómicas de Minibasket y en él podremos ver actuar otro tipo de algoritmos, son los llamados algoritmos heurísticos, este tipo de algoritmos son utilizados cuando no existe una solución mediante las vías tradicionales.

  Es por este motivo, el de no poder ganar por los métodos normales, que podremos ver actuar a este tipo de algoritmos en algunas selecciones autonómicas y se verán a niños sospechosamente grandes, fuertes y maduros para tener 12 años. Son niños con un aspecto tan curtido, con una fisonomía tan de adolescente que parecen Minis de 5º año, esto es, MINICADETES. Ver niños, generalmente africanos, con un físico impropio de su edad, se ha convertido en algo de lo más normal en ese tipo de campeonatos.

Todo el mundo sospecha. Todos se echan las manos a la cabeza. Nadie denuncia. Todos esperan tener algún día su MiniCadete. Todo vale.Todo por ganar.
Nadie vio venir este Minibasket tan competitivo.















Comentarios

  1. Muy interesante reflexión. Ahora acá sacaron una app con los partidos de la de la federación para q los padres y madres vean a sus hijos aparecer en la misma con diez pts cuando tiró para mil tomando muy malas decisiones tácticas. Pero este último dato no se registra, creo que ahí, en parte, está nuestra labor como formadores.

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  2. Esa App ya circula por doquier. Sólo recoge los puntos del jugador y nada más. Se suele hacer mal uso de ella. En fin

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