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OTREDAD: LA RAZÓN DEL OTRO

    En los últimos años estamos asistiendo a una globalización del conocimiento técnico-táctico en cuanto al baloncesto se refiere debido a la expansión de internet y a la publicación en RR.SS., Webs, Blogs y canales de YouTube de una ingente cantidad de ejercicios, tareas, clinics de distintos niveles, etc.

   Esta exposición del saber que estamos viviendo, y de la que muchos somos partícipes de una u otra forma, requiere por nuestra parte, y de forma casi imperativa, de una visión más amplia y flexible de la actuación en lo referente a otros entrenadores. Me refiero al hecho de que tenemos que aprender, por supuesto que uno el primero, a respetar la otredad, al entrenador que piensa diferente, independientemente de los métodos técnico-tácticos que use.

   Según el diccionario de la real academia de la lengua española el significado que se le atribuye a la palabra OTREDAD es el de: Condición de ser otro. 


   Este término se utiliza generalmente bajo el contexto de la antropología, la filosofía y la sociología. La otredad es no percibir al otro como igual, sino como alguien diferente, que no forma parte de nuestra comunidad. Implica la diferenciación de que el otro no es igual a nosotros, pero no se relaciona con algo negativo. La otredad no implica que el otro deba ser discriminado, sino que es la capacidad de respetar, reconocer y poder vivir armoniosamente con esta diversidad.

   El baloncesto, el deporte, tiene una estrecha relación con el respeto por el equipo contrario, árbitros, público y por supuesto, y aquí quiero poner el foco, con el entrenador rival.

   Si no hubiera otros entrenadores con otras ideas y otros métodos, nuestros conocimientos quedarían en nada porque no tendríamos con quién confrontarlos. Si no hubiera entrenador rival enfrente, las cosquillas que sentimos antes de empezar un partido desaparecerían "como lágrimas en la lluvia" del mismo modo que nuestro progreso en el conocimiento del juego se estancaría porque que no tendríamos necesidad de esforzarnos.

   Hemos aprendido a hablar sobre otros entrenadores pero no se nos ocurre hablar con esos otros entrenadores. Nos preguntamos por qué ese o aquel o el otro entrenador hace tal o cual cosa, por qué trabaja de esta u otra manera y sin embargo no le preguntamos directamente a él o incluso no dejamos que él nos pregunte a nosotros.

   Son justamente los diferentes métodos, ideas personales y visión distinta sobre el baloncesto lo que hace que este sea interesante, que sea un reto. Compartir conocimientos con otros entrenadores es dar amplitud a la palabra “mejor”. Son ciertamente los diferentes puntos de vista personales de cada entrenador las que hacen que el baloncesto sea interesante, un desafío constante y que no pare de evolucionar.

   Hay una cuestión que deberíamos tener clara: ¿es la manera de trabajar y ver el baloncesto del otro entrenador la que no nos gusta o es simplemente que nosotros lo haríamos y lo vemos de otra forma?

   Aceptar que los demás entrenadores tienen un punto de vista diferente al nuestro no significa necesariamente estar de acuerdo con su forma de pensar y trabajar, sino respetar sus métodos, gustos, preferencias y formas de ver el baloncesto. En realidad puede ocurrir, y ocurre, que lo que hoy vemos de una manera, con el tiempo lo veamos diametralmente distinto. En ello influyen sin duda la experiencia, el conocimiento y por supuesto también intervienen nuestro entorno, el club en el que estemos, el nivel de este y las expectativas que se creen en el club y las que nos creemos nosotros.

   La reacción que solemos tener frente a un compañero que trabaja con métodos e ideas diferentes,"confiteor", es la confrontación con respecto a esas ideas y esos métodos, que con frecuencia conduce al rechazo del otro por su manera de pensar y actuar. Hemos perdido la capacidad de pensar diferente sin necesidad de llegar a confrontaciones que muchas veces llevan a destruir la relación entre entrenadores, entre compañeros.

Dice Ángel Alegre, autor del blog Vivir al máximo: “Hagas lo que hagas, siempre te sentarás sobre el mismo culo”, yo añadiría también: “y pienses lo que pienses”, porque muy probablemente el que esté en el error sea uno mismo y no los otros.

Necesito imperiosamente reflexionar profundamente sobre todo esto.

                                                                                                                                                                

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