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EL ENTRENADOR AL OTRO LADO DEL ESPEJO

“Caminad lentamente si queréis llegar más pronto a un trabajo bien hecho” Emperador César Augusto

Dice Carl Honoré, periodista canadiense, que vivir deprisa no es vivir, es sobrevivir, y sin embargo la sociedad en la que estamos nos pide pisar a fondo el acelerador de las prisas al mismo tiempo que nos pide eficacia y resultados; y desde luego que de esta guisa es bastante complicado conseguirlos.

  Queremos enseñar muchas cosas a la vez y en el menor tiempo posible y eso es harto difícil, al menos no podemos enseñarlo con la calidad que deberíamos. Hacer varias cosas a la vez sólo está al alcance del hombre-orquesta y los resultados de su música no suelen ser buenos.

  Es curioso, los entrenadores de equipos seniors se suelen quejar con cierta frecuencia de la escasez de recursos técnicos con la que llegan los jugadores a la etapa adulta, pero ocurre también que muchos de esos entrenadores trabajan al mismo tiempo, o en temporadas siguientes, con equipos de base y curiosamente se saltan fundamentos técnicos en esas etapas formativas. Les reclaman a los demás lo que ellos no hacen.

  En esta paradoja de las prisas, podemos ver a entrenadores de equipos de base acelerando en la formación de sus jugadores poniendo todo el foco en la táctica colectiva y saltándose a pasos agigantados el trabajo de los fundamentos técnico-tácticos individuales, mientras que, por otro lado, hay entrenadores de ligas profesionales que cuando fichan por un nuevo equipo piden calma y tiempo para poder consolidar el proyecto. Es el mundo al revés, como en “Alicia a través del espejo”



   De hecho ocurre que jugadores del máximo nivel invierten un buen dinero y su tiempo de vacaciones de verano en trabajar aspectos técnicos de su juego que necesitan mejorar o, en el peor de los casos, adquirir como nuevos ya que de jóvenes han trabajado esos fundamentos poco o nada y, ojo, aunque en algunos casos sí, muy posiblemente no haya sido por sus entrenadores sino que ellos mismos no le daban importancia a aprender ciertos gestos técnicos porque con los que sabían ya les valía y cuando llegan a profesionales los necesitan para mejorar su estatus.

   Es paradójico ver en campeonatos autonómicos de clubes o de selecciones autonómicas, que resultan ser hipercompetitivos, donde ganar es el único fin y así lo defienden muchos entrenadores, cómo hay equipos o selecciones que NO quieren ganar tal o cual partido , y hacen lo posible para ello, para así no enfrentarse en el cruce con tal o cual rival porque no les "interesa".
 
   Parece como si los entrenadores nos estuviéramos mirando en un espejo y la imagen que este nos refleja fuera la contraria a la que esperamos. De un lado del espejo lo dicho, los entrenadores formativos metiendo prisas y anteponiendo ganar a todo, y del otro lado los entrenadores de ligas nacionales pidiendo tranquilidad y paciencia para lograr conjuntar el equipo.

   O como esos entrenadores del basket formativo que preconizan y verbalizan una idea y un estilo de enseñanza y juego, pero el reflejo del cristal les devuelve una imagen muy distinta, porque lo que hacen en cada entrenamiento y en cada partido dista mucho de lo que dicen. En un lado del espejo la prédica y al otro lado la práctica. Tan cerca ambas y sin embargo tan distantes.

   En el libro de Eduardo Galeano “Si Alicia volviera”, el autor nos refiere que muchos años después de regresar del país de las maravillas, Alicia se metió en un espejo para descubrir el mundo al revés, pero que si la niña viviera en nuestros días no tendría que atravesar ningún espejo, simplemente le bastaría con asomarse a la ventana. Desde luego en lo referido a los entrenadores de baloncesto no le falta razón.

























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