Tenemos que acostumbrar a nuestros jugadores a la tensión de la competición y para ello hemos de proponer tareas que los sometan al estrés. Con los juegos reducidos y las reglas condicionantes, los entrenadores tenemos un arma poderosa con la que condicionar a nuestros jugadores y , en este caso, someterlos a una cierta ansiedad parecida a la de un partido.
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